“Seria fantástico… que todo fuera como está mandado y que no mande nadie…”
Un 9 de julio, 195 años atrás, un conjunto de hombres valientes, plenos de orgullo y bizarría emprendían la ardua tarea de terminar de cortar las cadenas que mantenían a los pueblos de la America del Sur inmersos en la más perversa dependencia.
Hombres y mujeres ocultos, minimizados, distorsionados y cruelmente olvidados por los redactores de la historia mitrista, tales como Manuel Belgrano, José de San Martín, Martín Miguel de Güemes, José Gervasio Artigas, Mariano Moreno, Simón Bolívar, Manuela Sáenz, Juana Azurduy y tantos otros. Declaraban que “es voluntad unánime, e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, a sus sucesores, metrópoli”… y por su cabal comprensión y amor a su patria, se anticiparon en la historia y agregaron “y de toda otra dominación extranjera”.
La tradición histórica de la que fueron protagonistas en la defensa de la patria, sus intereses, su tierra y su idioma, los trascendió, y aquellas mismas banderas fueron levantadas por otros grandes latinoamericanos: Yrigoyen, Perón, Gaitán, Cárdenas y demás, que en su tiempo, llenaron de alegría a su pueblo, transformándose en férreos defensores de su bienestar y desarrollo. |
Sus detractores, los Rivadavia, los Mitre, podemos verlos hoy encarnados con otros modos y otros rostros. Alfonsín, Macri, Duhalde, De Narváez, la mula Iglesias, etc., no representan más que el atraso, la pobreza, la miseria, la desaparición del Estado…. La indignidad y humillación, a la que nos veríamos nuevamente sometidos si lograran unir las cadenas que antes cortamos.
Desde 2003 a la fecha los argentinos vivimos con Néstor y Cristina Kirchner, una realidad distinta a la de Menem, De la Rúa, Cavallo. Cinco millones más de puestos de trabajo, la restructuración de la deuda exterior, la recuperación de los ahorros previsionales de los trabajadores, la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual, la asignación universal por hijo, la defensa de los derechos laborales, la gallardía del reclamo de soberanía sobre Malvinas, así lo demuestran.
El pánico y el terror durante el golpe cívico militar de 1976 y la frivolización y la colonización cultural en los `90 trajeron aparejados el trágico resultado de impedirnos pensar y sentir colectivamente. La política, que para las clases dominadas es el arte de hacer posible lo imposible, se transformó en una repudiada actividad. Pero un buen día “volvió del monte la utopía”, parafraseando al poeta. Y enfrentó impetuosa a los lebreles negociadores de sueños. La recuperación de la actividad política – más que incipiente pero menos que completa – ha devuelto a los argentinos la posibilidad de moldear nuestro propio destino. Entonces, consustanciados con los nuevos vientos, en el año 2007, el Movimiento de Integración Nacional, nacido al filo de la nueva centuria, fundó su rama partidaria. Así, el 9 de julio de aquel año, celebrábamos la constitución del partido político que ha permitido al Movimiento participar de varias elecciones con partido propio. En aquel entonces, al igual que hoy, festejamos el importantísimo logro compartiendo el pan y el vino. Lo que comenzara hacía tiempo, cuando un grupo de atrevidos e irreverentes retomaron humildemente aquellas grandes causas que antaño levantasen el yrigoyenismo y el peronismo y se embarcaron en las aguas de la más original aventura, se plasmaba en una consecución: desde entonces fuimos “ciudadanos de primera”, porque en una democracia de partidos, quienes no dispongan de uno, padecen una severa restricción de sus derechos políticos. El partido es la expresión más viva de autonomía política y espiritual: se construyó afiliando ciudadanos en las calles, sin más instrumento que la palabra, prodigada con simpatía y convicción por un conjunto de militantes entusiastas. Los recursos empleados surgieron de la propia organización. Y la línea política, lejos de las usinas productoras de sentido, surge de la historia nacional y el férvido compromiso con el aquí y el ahora, en la encrucijada de los dolores y alegrías, temores y esperanzas, de nuestro pueblo. Al principio fue un partido municipal de la Ciudad de Mendoza. Formamos parte de un frente político que llevó a Cristina Fernández de Kirchner a la Presidencia de la República. Para las siguientes elecciones – año 2009 – ya contábamos con personería jurídico política provincial: un partido de distrito, habilitado para presentar candidaturas desde senadores y diputados nacionales hasta concejales, en todo el territorio provincial.
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